martes, 4 de agosto de 2009






La imprenta y la flor


"Todo está acá, en el Ocara.” Alicia Medin vda. de Trujillo.



A inicios del siglo veinte, el Paraguay aún se encontraba en proceso de reconstrucción luego de la guerra contra la Triple Alianza. En aquel entonces una corriente nacionalista va tomando forma, consciente de nuestra riqueza cultural y de la necesidad de encontrar maneras de expresar la identidad de nuestra tierra. Sin embargo, las influencias extranjeras encontraban un fácil cauce en modas europeas aceptadas por la sociedad, y hasta de manera oficial mediante el Instituto Paraguayo, que a partir de su fundación en 1895, impartía clases de francés, inglés, italiano y latín. Así las cosas, el idioma guaraní era sistemáticamente postergado, siendo considerado un símbolo bárbaro, atribuyéndosele el falso efecto de entorpecer el aprendizaje del castellano. Sin embargo, encontró su práctica en tierra adentro, en guitarras y versos, y sobre todo en la vocación de gente con ansias de recrear la tradición.

Don Félix Fortunato Trujillo, asunceno nacido en 1879, era tipógrafo, editor y publicista. Fundó la Imprenta Trujillo en 1900, a partir de la cual se originó la revista de autores populares Ocara poty cue mi, en el año 1922. En este cancionero, que contó con las inspiradas obras de Fernando Rivarola, Manuel Ortiz Guerreo, Emiliano R. Fernández, Darío Gómez Serrato, Félix Fernández, Anarquino Guerrero entre otros, el idioma guaraní tuvo una difusión formal y entusiasta.

El primer número del Ocara poty cue mi, fue lanzado el 22 de julio de 1922, con 32 páginas de papel diario, su costo era de 2 pesos y era de pequeño formato. Las tiradas normales eran de 20.000 ejemplares llegando a 22.000 (registrado en acta notarial) como los números 82 y 96. Además, fueron reimpresos los primeros números por la demanda de los lectores. Esta recepción del público motivó a los vates paraguayos a trabajar la pluma, acercándose a la Imprenta de Don Trujillo en Asunción y así ganar un espacio de difusión.

Desde el mismo lugar en que se inició hace 110 años, la Imprenta Trujillo practica el espíritu laborioso de toda una familia, que tiene a la Sra. Alicia Medin vda. de Trujillo como la memoria viva de esos años en que la honestidad era la regla y el sacrificio una cualidad de paraguayos. Ella posee 252 números de la revista, todos los editados, guardados con lógico celo. Cuenta Doña Alicia que el trabajo de impresión era un arduo oficio, demandaba horas de dedicación, pues consistía en el sistema de “letra por letra”. Emiliano se impacientaba entonces entre los vapores, apremiaba a los obreros y exigía celeridad para que las coplas tengan salida.

La revista también organizó concursos de composiciones, siendo el ganador del año 1927 el poeta Darío Gómez Serrato con su obra “Yvoty reka Mariscal López rérape”, quien a partir de entonces se desempeñó como corrector de las expresiones en guaraní en el Ocara. Las formas lingüísticas eran varias y no se encontraba la unificación en cuanto a la escritura del idioma, lo que propiciaba una disparidad de criterios al respecto.

En este breve pasaje histórico celebramos el emprendimiento de Don Félix Trujillo y sus colaboradores, y combatiendo la desmemoria se rinde homenaje a todos los tesoneros creadores que aportaron al Ocara poty cue mi, e hicieron de esta revista un hilo de resistencia folclórica que ha contribuido a que hoy el guaraní sea literario, dotándonos además de una fuente de identidad.




El nombre

El origen del nombre de la revista proviene de la emblemática obra Ocara Poty de Narciso R. Colmán, primer poemario en idioma guaraní editado en el año 1917, auténtica obra nacional en idioma nativo que enfrentó el descreimiento hacia la lengua vernácula.



La flor en el Chaco

La Guerra del Chaco (1932/1935) promovió reacciones a nivel nacional, enalteciendo el espíritu patriótico de la ciudadanía. Ocara poty cue mi expresó su voz de aliento a las tropas paraguayas que cumplían el gran deber, constituyéndose en un instrumento de comunicación preponderante en el que se divulgaban enaltecedores escritos sobre el soldado y su valor, además de publicar noticias sobre los campos de batalla. En este sentido, fue Emiliano R. Fernández, combatiente y trovador, quien aportó los versos épicos más consecuentes. Las letras ingeniosas de obras como Rojas Silva rekávo, Tuja mi, Che la Reina, entre otras, se popularizaron cómodamente.

La influencia sicológica positiva que ejercía el cancionero en el frente de batalla era innegable, al Chaco se enviaban números del Ocara poty cue mi para momentos de esparcimiento del soldado paraguayo. Era la identidad en versos, una confirmación de nuestra paraguayidad y todo esto expresado con soltura y belleza lírica.

Hermes Ramos.
Marzo 2009.











Don Félix Trujillo












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