lunes, 13 de septiembre de 2021

Helio Vera y Juan B. Gill: entre la ficción y la historia

 


 

Entre las andanzas del intelecto, Helio Vera (Villarrica 1946 – Asunción 2008) discurrió en el periodismo y el relato más que en otra actividad literaria. Si bien el ensayo “En busca del hueso perdido. Tratado de Paraguayología” (1990) es su obra más llamativa, y sus tesis “Tutela Penal de honor contra lesiones cometidas a través de los Medios de Comunicación” (2008) le otorgó el doctorado en Derecho, es en el relato donde encuentra la función estética de la palabra que con amplia libertad utilizó para interpretar al Paraguay y su gente. Póstumamente, con “La Casa Blanca” (2009) demostró que su faceta de narrador se extendía hasta la novela.

La historia y la ficción suelen cruzarse al momento de narrar aventuras verosímiles de personajes reales, sin necesidad de citar fuentes o ampararse en la precisión de hechos, datos y otros rigores que prescribe la academia. ¿Novela histórica o historia novelada? Sobran rótulos para géneros y subgéneros literarios, especialmente en Paraguay en que la historia siempre fue observada por la literatura.

En este marco resalta la producción literaria de Vera quien labró cuentos nutridos de cultura paraguaya, entre los cuales señalo Manorá. 12 de abril de 1877 del libro La paciencia de Celestino Leiva (2004) que narra el asesinato del presidente de la República Juan Bautista Gill, en la esquina de Independencia Nacional y Pte. Franco a las 10 de la mañana, además del de su hermano Emilio Gill en el entonces paraje llamado Manorá.

La historia como ciencia narra sucesos con un método específico, mientras que la ficción relata con destreza artística lo que pudo haber sucedido. La primera busca la determinación y explicación, la segunda se ampara en la imaginación sin límites y ambas se ocupan del drama humano.

La ficción de Helio Vera está hecha de realidad paraguaya y su valor reside en el modo que la imaginó y reinterpretó, por lo cual hoy decimos que es un autor imprescindible para conocer nuestra sociedad.


El momento de Gill

El periodo posguerra de la Triple Alianza presenta dos cuestiones principales que determinaron la vida política en la nación: la vigencia de la Constitución de 1870 y la formación de facciones políticas en torno a caudillos locales. En este marco, las tareas de reconstrucción no fueron sencillas con una economía estancada y sus consecuencias en el orden social de un país devastado, después de soportar una guerra total.

Entre numerosos personajes, la figura de Juan Bautista Gill adquirió protagonismo en un escenario político complejo que aspiraba a la estabilidad, aunque ésta no lograba sustentarse en el tiempo. En adición, el país contaba con un factor de doble filo (1), la ocupación territorial de tropas brasileñas y argentinas, además de la influencia de sus delegaciones diplomáticas.

El incidentado (2) periodo 1870/1874 llegaba a su fin con la elección de Gill como presidente e Higinio Uriarte como vicepresidente, quienes asumieron el 25 de noviembre de 1874. Durante su gobierno, Gill se propuso dos objetivos principales: terminar la presencia militar extranjera en Paraguay y revitalizar su incipiente economía.

Si bien la cuestión de límites con el Brasil fue formalizada ya en 1872 con el tratado Loizaga-Cotegipe, aún quedaba pendiente cerrar la cuestión con la Argentina, lo cual interesaba sobremanera a los brasileños que se oponían a concesiones generosas a favor de los argentinos. Warren dice que La ocupación brasilera se basaba en el derecho de conquista, no en el consentimiento del Paraguay, y no terminaría mientras la Argentina ocupara territorio paraguayo (3). A pesar de la oposición brasileña, el tratado Machaín-Irigoyen fue firmado en febrero de 1876, con lo cual las tropas imperiales y argentinas abandonaron suelo paraguayo entre junio y agosto de 1876. Si bien Gill cumplió con su objetivo de liberar el territorio, la influencia extranjera sobre el Paraguay continuaría por décadas.

En este nuevo contexto, Gill se sintió con suficiente poder y desestimó la capacidad conspiratoria de sus compatriotas (4). Su actitud vehemente durante años de agitación política le generaron enemigos intransigentes que el 12 de abril de 1877 cegaron su vida de un escopetazo en plena vía pública. Un manifiesto a cargo de Juan Silvano Godoy indicaba que el atentado era un plan revolucionario para tomar el gobierno, sin embargo no se concretó un levantamiento numeroso, lo que indica que se trató de una venganza personal. Los pormenores del hecho hoy pueden conocerse con el frío relato de un protagonista (5) o la dramática reinterpretación que Helio Vera compuso con sobrada licencia literaria.

Hermes Ramos

(1)   Beneficiosa o contraproducente según las circunstancias, la presencia de tropas brasileñas y argentinas en suelo paraguayo, además de un menoscabo a la soberanía, constituía una garantía o una amenaza para el gobierno constituido según los casos. La influencia brasileña era mayor pues ocupaba Asunción, cuando los argentinos se establecieron en la Villa Occidental.

(2)   Cinco levantamientos armados: la “revolución del Tacuaral” de noviembre de 1871; las comandadas por Cándido Bareiro y Bernardino Caballero en marzo de 1873, en mayo/junio de 1873 y diciembre de 1873/marzo de 1874, logrando en su tercer intento concesiones del gobierno con intermediación del embajador brasileño. En abril de 1874, José Dolores Molas (amigo de Caballero y enemigo de Gill) y Cirilo A. Rivarola se opusieron desde Paraguarí, siendo derrotados por los gubernistas con ayuda de tropas brasileñas.

(3)   WARREN, Harris Gaylord. Paraguay y la Triple Alianza. Asunción. Intercontinental. Pág. 380.

(4)   El propio Gill soportó conspiraciones y levantamientos; el más importante, dirigido por su ex ministro del Interior Germán Serrano, fue repelido por el ministro de Guerra y Marina Patricio Escobar en mayo de 1875.

(5)   Ver https://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/magnicidio-en-las-calles-de-asuncion-974667.html

 

 

domingo, 12 de abril de 2020

La obra presente de Luis María


Con la publicación de “El gobierno de Pedro P. Peña y otros escritos” se completa la trilogía de análisis histórico y político del Paraguay a inicios del siglo XX, legada por el joven autor Luis María Duarte (1).



A partir de la deposición del presidente Manuel Gondra en enero de 1911, mediante el golpe militar liderado por su Ministro de Guerra Albino Jara, la facción radical del Partido Liberal fue desplazada del poder, aunque sin perder su capacidad operativa. En esa ocasión, las desmesuras y tropelías de Jara en el sillón presidencial inquietaron a sus propios aliados políticos, quienes lo convencieron que renuncie el 5 de julio de 1911, con la promesa de ser electo para el periodo 1914/1918. En consecuencia, el congreso designa a Liberato Rojas como presidente y surge una tercera facción en el partido liberal: el jarismo.

En aquella convulsionada etapa política el gobierno de Rojas, quien se sostenía mediante un voluble pacto entre liberales cívicos, gubernistas y el Partido Colorado, se vio obligado a enfrentar dos levantamientos armados en el sur del país.

En octubre de 1911, luego de un breve exilio en Buenos Aires, Jara se ubica clandestinamente en Itapúa logrando la adhesión de importantes columnas del ejército con el propósito de marchar sobre Asunción para retomar el poder. En enero de 1912, un ejército revolucionario comandado por Gondra y Eduardo Schaerer ocupaba Pilar con el mismo propósito.

La inestable situación se tornó aún más aguda con la renuncia de dos ministros del Gabinete de Rojas, Francisco L. Bareiro, de Hacienda y Cipriano Ibáñez, de Guerra y Marina, quienes se pasaron a las filas revolucionarias del coronel Jara.

Así estaban las cosas cuando el 26 de febrero de 1912 fallece el líder del Partido Colorado, Bernardino Caballero. Este vacío dirigencial sumado a la caótica situación nacional, motivó a los dirigentes republicanos a copar el gobierno, con lo cual Rojas presentó su renuncia a la primera magistratura por tercera vez, la cual es aceptada por el Congreso el día 29. Duarte nos relata que en aquella sesión se produjo un hecho extremamente llamativo. El mayor Eugenio Garay, sin ser miembro del cuerpo legislativo, interrumpió la sesión desde la barra proponiendo el nombre del doctor Pedro P. Peña para su elección como nuevo Jefe de Estado (2). Cabe apuntar que Garay comandaba un piquete de infantería armado con fusiles “Mauser” apostado en los corredores de entrada de la sede legislativa (3). Peña fue electo presidente con 14 votos de 20 congresistas presentes.

Reflexionando, el autor nos dice que: Dentro de aquel proceso se puede notar también un patrón de comportamiento que fue casi tradicional en los dos partidos históricos del Paraguay. A lo largo de su historia, el Partido Colorado fue el partido de las conspiraciones y golpes de palacio, mientras que el Partido Liberal fue el partido de las revueltas y los levantamientos cívico-militares. Algún sentido hay en esto. El Partido Colorado, tal como lo expresa su propio manifiesto fundacional, fue siempre el partido del orden, de la “paz y respeto a las instituciones”. A pesar de recurrir a tácticas poco ortodoxas para acceder al poder, siempre lo hacía dentro de ciertas reglas y manteniéndose dentro de cierto orden establecido. El Partido Liberal, por su parte, más afecto a la libertad, terminó con actitudes y tácticas un tanto más desordenadas o hasta anárquicas, instigando revueltas y sediciones de todo tipo. También es cierto que el Colorado fue iniciado y desarrollado como partido de gobierno y buscó siempre formar parte del mismo fuese como fuese como objetivo central de sus acciones, mientras que el Liberal lo fue de oposición y tuvo como principal eje de su acción política la contestación y reacción. (4)

De esta manera, se configura el retorno al poder del Partido Colorado durante un breve paréntesis de 22 días, desde el inicio del periodo liberal en 1904. Finalmente Peña fue depuesto por las armas, con lo cual el radicalismo liberal logra imponerse sobre el civiquismo y el jarismo, siendo Albino Jara herido en batalla, falleciendo el 15 de mayo de 1912 en Paraguarí.




Luis María Duarte González, en una de sus misiones electorales en Medio Oriente



Otros escritos


El libro contiene tres partes según su contenido: “Paraguay a inicios del siglo XX. A 100 años de la Independencia Nacional”, “22 días. El breve gobierno de Pedro P. Peña” e “Historia, Política y Diplomacia”.

De esta última parte, donde se encuentran temas de actualidad, se destaca el artículo “Proyección internacional y crecimiento económico en el Paraguay”, donde el autor deja claras impresiones sobre la posibilidad de que el Paraguay adopte una diplomacia proactiva en lugar de la tradición conservadora en términos de relaciones internacionales. Duarte aboga a favor de la adopción de un nuevo paradigma: primero la proyección externa y después el crecimiento.

Según el autor, debe ser considerada una mayor proyección internacional pues: Hoy por hoy, y más aun teniendo en cuenta el sentido con que la región viene desarrollando su proceso de integración, más política que económica y dentro de un esquema totalmente ideologizado, es esencial para el Paraguay lograr una utilización efectiva de las instancias diplomáticas, así como un aprovechamiento de las opciones que hoy ofrecen las relaciones internacionales.

Para ello, una de las primeras barreras que deben ser derribadas es aquella que se instaló en el imaginario colectivo, respecto a que las relaciones internacionales están determinadas exclusivamente por factores económicos. Primero, para un país como el Paraguay con poca oferta y diversidad económica, basar de esta manera su proyección externa le reduce totalmente el campo de acción. Segundo, para una nación pequeña, cuya inserción internacional es aún reducida, son los lazos políticos los que permitirán una posterior agenda económica y comercial. (5)

Consecuentemente, en otro artículo el autor ofrece su perspectiva con respecto a la participación paraguaya en el Mercosur, explicando sus realidades para luego referir a la proyección externa del país, su relación con el proceso de integración y sus posibilidades en el ámbito mundial actual. Se explica aquí que una diferencia determinante con los demás países del Mercosur consiste en que sus políticas de relaciones internaciones son muy diferentes a las del Paraguay.

En congruencia con su argumento de la diplomacia proactiva, en este libro Luis María nos ofrece un último trabajo titulado “Marruecos y el Sahara Occidental: su relación con la proyección exterior del Paraguay”.

A cinco años de la partida de Luis María, la bibliografía paraguaya se ve acrecentada con su obra hoy presente, en que además de los análisis históricos, nos expone sus ideas propias e intenciones políticas con miras a la superación del Paraguay que conoció. 

Hermes Ramos D.
Notas:

1 Fue publicado póstumamente por la editorial Intercontinental: “José Irala. Política y diplomacia paraguaya a principios del siglo XX” (2014) y “Política y diplomacia durante el gobierno de Liberato Rojas” (2016). Luis María Duarte cumplía su tercera misión como observador electoral y analista político a cargo del National Democractic Institute en Kabul, Afghanistán, cuando el 20 de marzo de 2014 un ataque terrorista cegó su vida.

2 Duarte, Luis María. El gobierno de Pedro P. Peña y otros escritos. Intercontinental. Asunción. 2019. Pág. 154

3 Op. cit. Pág. 152

4 Op. cit. Pág. 144.

5 Op. cit. Pág. 249.








sábado, 11 de abril de 2020

Totalitario: un rótulo esplendoroso





Para el análisis de los 34 años de gobierno de Alfredo Stroessner, es recurrente el ejercicio de la periodización objetiva, que desde su enunciación nos ofrece interpretaciones históricas con base en la explicación de hechos relevantes, hasta el punto de reflejar una filosofía de valores atribuible a un determinado historiador. En este sentido, los periodos históricos consecutivos fijados deliberadamente se hallan ligados estrechamente uno al otro, y el factor que determina una partición concreta puede ser político, social o económico.

En una reciente publicación de Flecha y Martini (1), encontramos, en el capítulo II, «De la dictadura al totalitarismo», una división del «periodo histórico de todo el sistema (1954-1989)» en tres etapas: la del afianzamiento del poder (1954-1962), la de la construcción del sistema y fortalecimiento del poder (1963-1975) y la del máximo desarrollo del sistema totalitario (1975-1986).

Al momento de explicar este esquema, los autores narran primeramente cómo Stroessner se propone y logra alcanzar dos cuestiones fundamentales al inicio de su gobierno: la unidad dentro del Partido Colorado y la férrea alianza entre su gobierno y las Fuerzas Armadas. También se incluye en esta etapa el tratamiento del disenso, el copamiento de organizaciones sociales y la resistencia armada de los partidos Febrerista y Liberal.

Luego, en el desarrollo encontramos que la segunda etapa tratada cambia de nombre, titulándose «Afirmación del Absolutismo y la búsqueda de consenso». Aquí se lee: «Una vez afianzado el Estado militar totalitario, a través de las cuatro instancias señaladas (2), llegó el momento de buscar legitimidad del régimen militar. Ello respondía, además, a las exigencias para beneficiarse del plan de la Alianza para el Progreso impuesta por los EE.UU.» (3)

Finalmente, la tercera etapa lleva el nombre de «El esplendor del totalitarismo», donde se hacen referencias al capital financiero internacional, relaciones mercantiles, cosmovisión del paraguayo y crisis de la sociedad tradicional. Aquí se expone que en los años ochenta hubo un auge represivo que logró «debilitar y frenar el fortalecimiento de las organizaciones, independientemente de sus opciones ideológicas» (4).Sin embargo, dicen que este «debilitamiento» propició la conformación, en 1979, del Acuerdo Nacional, la asociación de partidos opositores más importante que se enfrentó al régimen.

Ajustemos los conceptos al momento de utilizar la terminología política adecuada. La cualidad de ejercicio «totalitario» del poder aparece por primera vez de la mano del ideólogo del fascismo Giovanni Gentile y del propio Mussolini en la Enciclopedia Italiana de 1932, refiriéndose a un «partido que gobierna totalitariamente una nación». Posteriormente, el totalitarismo en sentido sustantivo es desarrollado por la filósofa Hanna Arendt en Orígenes del totalitarismo (1951), fijando la ideología como sustrato justificativo del sistema y el terror como instrumento permanente de gobierno. En el plano organizativo, estos dos pilares del totalitarismo se manifiestan a través del partido único.

A la obra capital de Arendt se suma el libro Dictadura totalitaria y autocracia (1956), de los autores Friedrich y Brzezinski, quienes definen el totalitarismo basándose en sus características: ideología oficial (doctrina que cubre todos los aspectos de la vida humana), partido único de masa guiado por un dictador, un sistema de terrorismo policiaco (apoyado en el partido hasta controlarlo), control absoluto de medios de comunicación, control absoluto de las armas y control absoluto de la economía.

Al pensar en totalitarismo nos remitimos a un modelo de organización política dominante, que toma control absoluto en un territorio mediante la sincronización ideológica de grupos políticos y sociales, llegando inclusive a politizar sectores como el deporte y actividades de tiempo libre. Los citados tratadistas coinciden en designar a la unión soviética de Stalin y al nacionalsocialismo de Hitler como los dos únicos regímenes totalitarios en su real dimensión (5).

Conforme a lo determinado en ciencia política, no existen fundamentos para caratular el régimen de Stroessner como totalitario o absolutista. A modo de definición, se afirma que se trató de un régimen autoritario enmarcado en el contexto de la Guerra Fría, con instituciones republicanas que simbolizaban una democracia que no existió y cuya transición se inició con el derrocamiento del dictador. El pluralismo político que permitió el régimen fue programado y limitado, con lo cual no se logró la competitividad propia de una democracia, lo cual es propio de un régimen autoritario, al momento de permitir la existencia de partidos opositores pero relegándolos a su mínima expresión.

Más allá de la originalidad de las experiencias políticas del Paraguay, un ejercicio de interpretación histórica con un relevamiento conceptual consecuente, será útil para entender que la noción de una isla rodeada de tierra no implica una impermeabilidad a las influencias del mundo.

Hermes Ramos


Notas:

1 FLECHA, Víctor Jacinto y Carlos Martini. A treinta años del golpe. Autoritarismo y democracia en el Paraguay. Comprender el presente obliga a rastrear su origen. Servilibro. Asunción. 2019. Pág. 33.
2 En el texto no se expresan de manera concreta las cuatro instancias. Entiendo que se trata de: el Estado como único articulador del proceso social, un patriotismo elevado a “ideología ultranacionalista”, el culto a la personalidad de Stroessner y la trasposición del progreso material por encima de la libertad.
3 op. cit. p. 41
4 op. cit. p. 46
5 El Pacto Molotov-Ribbentrop firmado entre la USSR y Alemania en 1939, por el cual se definía la ocupación de territorios de Europa del Este parece sugerir otra característica del totalitarismo: el expansionismo.




domingo, 24 de febrero de 2019

El golpe de 1989: prensa y contexto político


«La lectura del diario es la plegaria matutina del hombre moderno.» Hegel                                            



Al pensar en el Paraguay de la década del 80, debemos asumir la decadencia del régimen de Alfredo Stroessner como marco histórico general. En la llamada fase de descomposición entre los años 1982 y 1989 (Nickson, 2010, 271) la recesión económica debilitó el modelo de cooptación (Miranda, 1990, 127) impuesto por Stroessner, con la cual las ganancias monetarias ya no fueron capaces de propiciar beneficios políticos para el régimen.

A partir de agosto de 1987 el Partido Colorado en función de gobierno sufre una división determinante fundada en la crisis sucesoria de la presidencia de la República. En esta ocasión, la escisión dio forma definitiva a los sectores tradicionalista y militante, cuya rivalidad se extiende hasta febrero de 1989.

Al examinar los periódicos, noté que los artículos incluían una gran extensión de textos entrecomillados consistentes en las declaraciones de los actores políticos de la época, además de representantes del clero y referentes de la sociedad civil. Decidí entonces reconocer el valor testimonial de estos actores, recoger sus manifestaciones y ubicarlas en función narrativa. Se trata de un cuerpo que contiene información de aquel momento histórico, que en esta nueva disposición material es capaz de relatar hechos y exponer ideas para ilustrar la situación política en Paraguay desde los periódicos activos, en el periodo citado.


[…]


Corresponde señalar un elemento que salta a la vista desde los primeros artículos transcritos: el uso del lenguaje, que por su forma y contenido, grafica situaciones políticas específicas, componiendo un mapa político espeso en que los actores se ubican estratégicamente con sus intenciones de conmoción y persuasión. Los dos meses anteriores al golpe no se caracterizan por ser ordinarios, sus días de confrontación parecen estar cargados de ansiedad y desconcierto. El factor miedo no está ausente y aun así se percibe un ánimo de lucha permanente, la búsqueda de una resolución.

No se encuentran muchas citas explícitas sobre doctrina partidaria y, en gran medida, el intercambio de ideas se hacía a nivel superficial, con discusiones sostenidas mediante argumentación ad nauseam, especialmente por parte de los militantes. Las palabras democracia, derechos humanos, paz, orden, tranquilidad, seguridad y tantas otras se ubican en boca de quienes más fuerte levantaban su voz desde las trincheras de sus intereses, recordándonos a San Agustín cuando dice «se aferran a su parecer, no por verdadero, sino por suyo». También se nota un esfuerzo en argumentar con pose de intelectual o jurista, como cuando se pretende justificar la prohibición de la Marcha por la Vida invocando al «francés Rousseau». Tal vez el nivel más elevado de discusión se alcanza con lo manifestado por el monseñor Ismael Rolón respecto al concepto y significado de la palabra verdad, además de su señalamiento del prejuicio y el ánimo de manipulación de los hechos por parte del gobierno (ver pág. 210).

La distinción de «nosotros y ellos» como funcionalidad de las relaciones entre los distintos sectores, queda patente en las manifestaciones donde cada actor representa a un grupo político específico en contraposición a otro. Una de tantas expresiones a resaltar es la frase «oposición democrática» utilizada por los opositores de manera distintiva refiriéndose a ellos mismos, y a la vez reconociendo implícitamente la posición opuesta al gobierno adoptada por el tradicionalismo colorado, aunque no su calidad de demócratas. Desde el conglomerado de la ANR, referentes de la militancia decían entonces que a los tradicionalistas «ya se los está considerando como grupos irregulares (*)» (ver pág. 257) que sus acciones implicaban «una forma de subversión» (ver pág. 258) ubicándolos «entre las minorías residuales de la oposición irregular» (ver pág. 269). También argumentaban que «el hecho de que algunos afiliados lleguen a formar parte o reunirse en la carpa del mal llamado Acuerdo Nacional significa que ya han dejado de pertenecer al Partido Colorado» (ver pág. 294).

[…] Otro factor de relevancia y que sorprende gratamente es el activismo político de las mujeres en aquellos días duros de realidad nacional. En los artículos se encuentran testimonios de participación femenina en organizaciones como la UMPA, la comisión de mujeres del MDP, Grupo Taller, comisión de mujeres del PLRA, Coordinadora de Mujeres Febreristas, Círculo de Abogadas del Paraguay y Mujeres Demócratas Cristianas, quienes al evaluar el año que terminaba, manifestaron: «1988 está finalizando. Un año más en que nuestro pueblo ha padecido todas las marginaciones y privaciones: indígenas han sido víctimas del despojo de sus tierras y viviendas; para los trabajadores, explotación y desocupación; violencia, discriminación y opresión para mujeres de distintos sectores; estudiantes perseguidos y obligados a someterse a un sistema educativo antipopular y totalitario; políticos y miembros de organizaciones sociales y religiosas reprimidos» (ver pág. 66).

Notas

(*) Denominación de las autoridades gubernamentales en referencia a grupos políticos que no se hallaban inscriptos como partidos en la Junta Electoral Central, por lo tanto sin capacidad de ejercer derechos de asociación política. Manifestaciones sobre esta calificación se encuentran en las páginas 56, 61, 67, 104, 105, 108, 110, 112, 115, 117, 125, 129, 149, 154, 187, 197, 198, 203, 205, 214, 215, 223, 225, 257, 258, 266, 269, 290, 305, 363 y 365.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Sobre la marcha, por la vida




En diciembre de 1988 agrupaciones políticas, sociales, gremiales y estudiantiles actuaron en consecuencia a la realidad nacional y decidieron que para celebrar el 40° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, debían realizar la “Marcha por la vida”. La propaganda de este evento organizado por la Convergencia Nacional por los Derechos Humanos decía: "El 10 de diciembre, marchemos por la vida... Participá, sin vos no cambia nada".

Sin embargo, tal movilización implicaba una reacción del gobierno y de sus adláteres. Habiéndose notificado a la autoridad competente la intención de realizar el evento, la institución contestó: Ante la presentación al Ministerio del Interior de una nota en la que se informa sobre la intención de realizar una marcha pública, al término de la misa, el día sábado 10 de los corrientes a las 11.45 horas, desde la Catedral Metropolitana, hasta un local ubicado en Estrella esquina Chile de esta capital (1)  y hallándose este Ministerio en conocimiento de que elementos agitadores y personas de conocida militancia y participación en movimientos y actos subversivos, que con frecuencia pretenden alterar el orden público y quebrantar el ambiente de paz que vive la República, intentarán en esa ocasión provocar disturbios y generar actos de violencia, el Ministerio del Interior comunica que se ha impartido las instrucciones pertinentes para impedir la realización de la referida marcha pública, conforme a disposiciones de la Constitución Nacional y las leyes referentes a la preservación del orden público, la seguridad de las personas y sus bienes y la prevención de delitos (2). El ministro Sabino A. Montanaro agregó luego que se ha presentado un petitorio de una tal Convergencia Nacional por los Derechos Humanos que no sabemos quiénes son ni a quiénes representan, son nombres de políticos conocidos, fanáticos enemigos del Partido Colorado y del gobierno del presidente Stroessner (3). La marcha no se va a realizar, no se va a permitir. Le podemos asegurar eso. Tenemos los medios persuasivos para atajar (4).

Ante esto, la Convergencia emitió un comunicado diciendo que el gobierno fue ciego y sordo para entender el claro sentido de la nota. Las instrucciones del Ministerio del Interior para impedir la marcha constituyen de hecho un acto de violencia contra la libertad de expresión garantizada por la Constitución Nacional. La comunicación del Ministerio del Interior de que se han impartido las instrucciones pertinentes para impedir la realización de la Marcha por la vida se fundamenta en argumentos falsos. De efectivizarse ‘las instrucciones’ dadas por el Ministerio del Interior, hacemos responsable al Gobierno por la violencia y los daños que en consecuencia sufran los pacíficos ciudadanos que marcharán ese día. Nos reafirmamos en la decisión de llevar adelante todos los actos programados para el día 10 de diciembre de 1988, en ejercicio de un legítimo derecho constitucional y en cumplimiento del insoslayable deber moral de defender la dignidad humana (5). Miguel A. Saguier, uno de los organizadores de la marcha, explicó que sencillamente nos dijeron que no conocían a la persona que suscribía la nota y que por ese motivo parecería que no le van a dar curso a esa presentación. Aparentemente solo pueden ejercer el derecho constitucional de peticionar a las autoridades personas que son conocidas por el señor ministro. Pero de cualquier forma, nosotros cumplimos con nuestro propósito de dejar en claro que esta marcha es una marcha legal, pacífica, con fines lícitos. A pesar de la falta de autorización, la Convergencia decidió continuar con el plan de la marcha.

Se asumieron las posiciones y la confrontación pasaría de la retórica a lo físico. Con el objeto de preservar el orden y defender la paz en la República, las fuerzas policiales procedieron a la detención de referentes de la oposición. En fecha 6 de diciembre la Policía impide el acceso al Centro Cultural Juan de Salazar donde iba a proyectarse un video sobre manifestaciones populares del ’86 y ’87 (6), auspiciada por la Coordinadora de Entidades de Derechos Humanos del Paraguay. Fueron detenidos Ligia Prieto de Centurión, Darío Portillo, Domingo Laíno, Juan Manuel Benítez Florentín, Elsa Mereles y Luis Guanes. La medida también alcanzó a Armando y María Ligia Centurión Prieto, hijos de Ligia Prieto en el Cuartel Central de la Policía, a donde fueron a interesarse por los detenidos. Al día siguiente, en Caacupé se detuvo a Oscar Acosta, secretario general del Sindicato de Periodistas del Paraguay y corresponsal de Radio Cáritas.

El entonces ministro de Justicia y Trabajo, J. Eugenio Jacquet, al ser requerido por las detenciones contestó: Estas personas están detenidas por alteración al orden público, en preparación de un acto provocativo que no tiene razón alguna y con un planteamiento equivocado en cuanto a sus actividades. Sobre los periodistas Oscar Acosta y Edilberto Vargas: también son cabecillas, están involucrados en esto. Los hemos recogido a todos de tal suerte que el cuerpo sin la cabeza entonces no funcione. Yo creo que serán liberados mañana o pasado mañana, pero hay que atender bien que el cuerpo sin la cabeza no anda. (7). Se llegó al día 10 con un total de 35 detenidos (8) , cuyos varones se encontraban en la Guardia de Seguridad, mientras que las mujeres fueron destinadas a la Comisaría 12° de Trinidad.

            La marcha

El sábado 10 la Policía acordonó la zona de la Catedral metropolitana impidiendo el acceso. Aun así, la misa se realizó con presencia de pocos sacerdotes y religiosas. Ante esto y de manera a evitar la contención policial, la movilización consistió en concentraciones simultáneas en diferentes puntos del centro de la ciudad, compuesta por ciudadanos citados a cierta hora, quienes se agruparon repentinamente. Sin embargo la represión no se pudo evitar y se registró violencia entre la Policía y los manifestantes en Independencia Nacional y Pte. Franco, Tacuary y Herrera, Yegros y Fulgencio R. Moreno, Nuestra Señora de la Asunción y Gral. Díaz, Manuel Domínguez y Yegros y en las plazas “Independencia” y de “Los Héroes”. Los medios de la época señalan que las manifestaciones fueron secundadas espontáneamente por la ciudadanía. Al final de la jornada se registraron más de 30 detenidos, de los cuales los últimos tres fueron liberados el 23 de diciembre.
            
Distintos testimonios eran publicados por la prensa en los días siguientes. Montanaro: habíamos comprobado que se trataba de grupos totalmente desconocidos, grupos de gente que no milita o está en oposiciones irregulares; y porque estábamos seguros que se iba alterar el orden público, en defensa de la paz y la tranquilidad de la República, se evitó la realización de esa marcha, con lo cual el gobierno ganó, el pueblo paraguayo ganó y la sociedad paraguaya no corre el riesgo de peligro con motivo de la tentativa de la marcha (9). Por su parte, Euclides Acevedo: ha sido un gran éxito, no solamente como un flash propagandístico, sino porque sobre todo los dirigentes pudieron comprobar el nivel de conciencia democrática que tiene la sociedad paraguaya. Se han constatado el espíritu de lucha y la gran solidaridad. En este caso se puede indicar que el éxito existió por medio de ese propio pueblo, de ese ciudadano a quien nos debemos y a quien debemos lo que somos. Sin ninguna duda el arco de solidaridad que se ha creado ha sido consecuencia de la competencia profesional e idoneidad de los medios de comunicación, lo cual refleja que sin un periodismo que refleje la realidad, va a ser muy difícil administrar el proceso histórico (10). Intentada o consumada aquella marcha, treinta años después, hoy la podemos señalar como una elocuente muestra de unidad social en oposición al régimen cuyo final estaba cada vez más cerca.

Hermes Ramos
1 Sede de las Naciones Unidas.
2 Diario Noticias del 6/12/88. Pág. 14.
3 Ídem.
4 Diario Noticias del 7/12/88 Pág. 9.
5 Diario Noticias del 6/12/88. Pág. 14.
6 Se trataba del filme “Proceso de cambio” producido por el Comité de Iglesias.
7 Diario Noticias del 10/12/88 Pág. 10.
8 Fueron presentados varios recursos de hábeas corpus en favor de los detenidos, entre quienes se encontraban políticos del PLRA, PRF y MOPOCO, además de dirigentes gremiales y sociales.
9 HOY del 14/12/88 Pág. 9.
10 Diario Noticias del 12/12/88 Pág. 9

domingo, 19 de agosto de 2018

La recurrente historia del Paraguay






La reciente publicación del libro “De la pluma al micrófono”, demuestra cómo un deseo espontáneo puede transformarse en un proyecto concreto de difusión de la historia del Paraguay. En este afán de promoción nacional, encontramos doce textos hasta ahora inéditos compilados por Juan Marcelo Cuenca, creador del programa radial y televisivo “Paraguay Eterno”, quien decidió festejar cinco años de labor periodística con este libro. Pero, por la simple concurrencia de los hechos, ¿no debería titularse “Del micrófono a la pluma”?. La pregunta es válida y a modo de respuesta, pienso en retroalimentación, en la ida y vuelta de datos históricos, en radio, televisión, libros y redes sociales. El papel es un soporte efectivo.

Se alega necesidad de conocimiento y curiosidad edificante como motivaciones para la creación de espacios de discusión sobre la historia de nuestro país. Por alguna razón, los espacios oficiales no son suficientes. En este sentido, recordando la reforma educativa de mediados de la década del 70, Ricardo Pavetti como prologuista del libro, expresa:

Todo ese cuadro de situación educativa acerca del pasado fue suprimido y reemplazado por un engendro llamado Estudios Sociales. De esta manera comenzó a privarse a los jóvenes paraguayos y a los que habitan en él, venidos de otras partes, del concepto de Tiempo[1].

Es en esta dimensión conceptual donde fijamos la observación, para buscar e indagar hasta encontrar los elementos que nos ayuden a reformular los antecedentes del presente, para comprender a nuestros antecesores y aproximarnos a la realidad. “El tiempo no es sino la corriente en la que estoy pescando”, nos dice Henry Thoreau.

Este escenario, que podríamos llamar de conciencia nacional, sirve de sustento para señalar hechos y procesos ya abordados en la historiografía paraguaya, así como revisar acontecimientos desde nuevas perspectivas. Visto con el ánimo de la valoración, resalta el ejercicio de reexamen de personajes históricos harto conocidos como el Conde D’eu y Francisco Solano López, incluyendo otros menos recurridos como Rómulo Yegros o Pedro Pereira, que mediante la investigación de distintas fuentes hoy escapan del anonimato.

Los textos que componen el libro señalan una cuestión determinante: el drama de la guerra. Pero esta expresión no es tomada desde una posición de víctima, sino desde la experiencia humana ante la adversidad, la capacidad de inventiva y reconstrucción, el pasado que espera ser escrutado un su diversidad de acciones y resultados. Es consecuencia directa de que el Paraguay, en un periodo de sesenta y dos años haya combatido en dos guerras internacionales contra cuatro Estados diferentes. No existe historia del Paraguay sin batallas, y en este libro, se recurre a una experiencia colectiva de autores, orientada por el sano deber de ordenar la memoria nacional.

Los textos que componen el libro son los siguientes:

·   Los antecedentes de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza 1864-1870, de César Cristaldo.
·   El Conde D’eu en Paraguay: entre la historia y el mito, de Mário Maestri.
·   La figura del Mcal. Francisco Solano López dentro del nacionalismo paraguayo, de Pedro Caballero.
·   Los trabajadores del río Paraguay, economía, internacionalismo y política, de Jorge Coronel Prosman.
·   Posguerra y resistencia: documentos sobre la resistencia al enfoque histórico escolar impuesto luego de la Guerra del 70, de Viviana Paglialunga.
·   Los combates aéreos en el Chaco, de Antonio Luiz Sapienza Frachia.
·   El derecho en la vida del Supremo Dictador del Paraguay, de Juan Marcos González García.
·   Los personajes de la Guerra de la Triple Alianza. Esbozos Bibliográficos. Sgto. Mayor Rómulo Yegros Speratti, de Eder Acosta Santacruz.
· Análisis de la Batalla de Corrientes y de sus consecuencias en la Ofensiva Paraguaya, de Renato Angulo.
·   Los ingleses y la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza, de Milner Romero Nardelli.
·   Pormenores de la misión del Tte. Pedro Pereira, de Claudio Velázquez.
·   Embarcaciones de la Primera Armada Paraguaya en la Ilustración Artística, de Carlos von Horoch.
·   La historia de un programa sobre historia, de Juan Marcelo Cuenca.



Hermes Ramos


[1] CUENCA, Juan Marcelo (comp.). De la pluma al Micrófono. Arandurã. Asunción. 2018. Pág. 11.

sábado, 4 de agosto de 2018

Apuntes para la historia del Nuevo Cancionero Paraguayo








La contracultura inspira. La voz visceral de Woody Guthrie inspiró a Bob Dylan, quien inspiró a los Beatles y éstos al mundo entero. Latinoamérica no se abstuvo de reaccionar ante las influencias y tomando su folclore como arcilla, creó su Nuevo Cancionero.

A partir de la agitación política y cultural en la década de los sesenta, América Latina tiende a ser pensada como unidad alternativa en un mundo regido por polaridades. Asumiendo que la cultura es el conjunto de prácticas y manifestaciones que establecen relaciones en la sociedad, encontramos a las expresiones artísticas como instrumentos para reflexionar sobre la historia y el presente de Latinoamérica, con especial acento en el aspecto social. En este contexto surge la Nueva Canción Latinoamericana en que se enmarca el Nuevo Cancionero Paraguayo.

Las canciones y poesías que dan sustancia al Nuevo Cancionero Paraguayo pueden ser observadas desde la perspectiva de la temporalidad en dos acepciones. En primer lugar, reconociéndolas como frutos espontáneos de un proceso, de un fenómeno consecuente a las inquietudes del momento, dentro de la secuencia histórica de un país en que el autoritarismo pareciera ser la regla más que la excepción. En ese entonces, los países sudamericanos se hallaban emparejados bajo la Doctrina de Seguridad Nacional, con lo cual se imponía un sistema de control absoluto sobre cualquier manifestación contraria a los intereses de sus gobiernos.

En ese ambiente, como consecuencia surge el segundo aspecto, el tiempo como tema. Es el contenido consagrado en las composiciones del Nuevo Cancionero como un ejercicio de mirada al pasado, reflexionando en tiempo presente y con capacidad de prefigurar un futuro. En su libro, Oscar Bogado nos cuenta que las canciones adoptaron un contenido y un compromiso con su tiempo y su sociedad, y son conocidas por esa circunstancia simplemente como canciones de protesta, aunque el contenido de las mismas no se limitó a eso y mucho menos se declinó de contar con calidad poética y artística en general[1]. La reacción del gobierno de entonces se materializó en la proscripción, la cárcel y el exilio, todo lo cual no fue suficiente para abortar el surgimiento de obras que gozan de lirismo, estética y contenido popular auténtico. En este sentido cabe citar obras como “Despertar” de Maneco Galeano, “Color del Alba” con letra de Elvio Romero[2], “Una antigua sangre” con letra de Juan Manuel Marcos, “Canto de Esperanza” y “Canción de mi tiempo” de Carlos Noguera, entre varias otras.

De esta manera, la década del 70 se inicia con reuniones, conciertos y presentaciones televisadas donde los protagonistas cancioneros tienen oportunidad de dar a conocer sus creaciones. Luego, el fenómeno se torna aún más concreto con la edición del primer disco de Vocal Dos en 1973, logrando mayor difusión y dinamismo en la segunda mitad de la década y en cuyo desarrollo se configura una dualidad antagónica que puede ser observada en diversas claves: renovación/conservación, creación/censura, propuesta/protesta, oprimido/opresor, según el impulso de la tensión entre dos sectores sociales. Señalo aquí un objeto de estudio que debe ser atendido por la sociología, en que la interacción surge como fuente de explicaciones de los hechos de la realidad[3].

El recurso del investigador

La investigación realizada por el autor se basa en varias fuentes primarias: periódicos de la época, entrevistas, grabaciones, programas de festivales, además de la discografía y bibliografía pertinentes. Entre estos recursos merece especial atención los documentos pertenecientes a la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos[4], hoy albergados en el Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, más conocido como el “Archivo del Terror”. Estos escritos de carácter oficial indican que todas las actividades realizadas por los integrantes del movimiento cancionero eran controladas, siendo éstos calificados de marxistas y subversivos. Entonces, esta fuente es apreciada en dos dimensiones, primero como soporte de datos sobre hechos concretos y segundo como indicador de la existencia de una policía con funciones políticas.

El control policial sobre las actividades musicales se remonta al origen del movimiento cancionero, según lo expone Bogado al trascribir un acta de declaración indagatoria, realizada por Carlos Noguera el 20 de marzo de 1972 en el Departamento de Investigaciones de la Policía Nacional. En esta ocasión el declarante fue compelido a dejar constancia de la intención de organización y los objetivos de los artistas emergentes, por entonces denominados “Joven Alianza”. Esa detención fue la reacción del aparato estatal ante el éxito de los festivales musicales realizados en el Centro Cultural Paraguayo Americano.

Además, el trabajo incluye extractos de notas del año 1984 en que el Jefe del Departamento de Investigaciones informaba a la Jefatura de la Policía, sobre los espacios de difusión que concedían los medios de comunicación a los conjuntos musicales conocidos como del “nuevo cancionero popular”, cuyo repertorio incluía “canciones de José Asunción Flores y Maneco Galeano (vinculados al comunismo y a la subversión)”. Consecuentemente, en este periodo debemos recordar la prohibición del Festival del Lago Ypacaraí, entre los años 1986 y 1988 por orden del Ministerio del Interior.

De esta manera, el libro ilustra el efecto del Nuevo Cancionero Paraguayo sobre el oficialismo de la época, destacando la visión de los artistas que mediante sus obras reafirmaban los ideales libertarios y la resistencia a la opresión. Hasta podría decirse que el autoritarismo fue la principal motivación del movimiento.

Reflexionando sobre los nuevos desafíos del grupo de autores e intérpretes del movimiento, Bogado se ubica en el periodo de apertura democrática iniciado en 1989, expresando que Paradójicamente, los oscuros días de la dictadura fueron más fértiles y permitieron una mayor cohesión en el movimiento que, paulatinamente, fue diluyéndose en emprendimientos individuales y aislados.[5] Sin embargo no parece ser paradoja, si atendemos a Joan Baez cuando nos dice que la acción es el antídoto a la desesperación.

La incursión investigativa de Óscar nos recuerda que la historia contemporánea del Paraguay sigue siendo explorada. Ante ciertos espacios vacíos, la historiografía sigue creciendo y en este caso deja testimonios del valor y la humanidad de quienes no se retrajeron ante la adversidad, sino que supieron interpretar su tiempo e inspiraron con su arte el quiebre de la pasividad.
Hermes Ramos








[1] BOGADO Rolón, Óscar. Nuevo Cancionero Paraguayo. Intercontinental Editora/Uninorte. Asunción. 2018. Pág. 25.
[2] Con música de Carlos Noguera, canción ganadora del Premio Nacional de Música 2007, en la categoría de música popular.
[3] Mauricio Schvartzman, al referirse a la complejidad como parte del marco epistemológico del estudio de los sistemas sociales recurre a la noción del “desorden organizador” aplicado en experimentos termodinámicos, lo cual “plantea una nueva visión del comportamiento universal, de gran efecto en la comprensión de los cada vez más complejos sistemas sociales”. SCHVARTZMAN, Mauricio. Contribuciones al estudio de la sociedad paraguaya. CIDSEP. Asunción. 1989. Pág. 7.
[4] Popularmente conocido como “la técnica”, dependencia del Ministerio del Interior creada en 1956 mediante la colaboración de los EE.UU. con el objeto de combatir el comunismo además de cualquier amenaza al gobierno. Funcionó hasta 1992.
[5] BOGADO, Óscar. OP. Cit. Pág. 92.