sábado, 4 de agosto de 2018

Apuntes para la historia del Nuevo Cancionero Paraguayo








La contracultura inspira. La voz visceral de Woody Guthrie inspiró a Bob Dylan, quien inspiró a los Beatles y éstos al mundo entero. Latinoamérica no se abstuvo de reaccionar ante las influencias y tomando su folclore como arcilla, creó su Nuevo Cancionero.

A partir de la agitación política y cultural en la década de los sesenta, América Latina tiende a ser pensada como unidad alternativa en un mundo regido por polaridades. Asumiendo que la cultura es el conjunto de prácticas y manifestaciones que establecen relaciones en la sociedad, encontramos a las expresiones artísticas como instrumentos para reflexionar sobre la historia y el presente de Latinoamérica, con especial acento en el aspecto social. En este contexto surge la Nueva Canción Latinoamericana en que se enmarca el Nuevo Cancionero Paraguayo.

Las canciones y poesías que dan sustancia al Nuevo Cancionero Paraguayo pueden ser observadas desde la perspectiva de la temporalidad en dos acepciones. En primer lugar, reconociéndolas como frutos espontáneos de un proceso, de un fenómeno consecuente a las inquietudes del momento, dentro de la secuencia histórica de un país en que el autoritarismo pareciera ser la regla más que la excepción. En ese entonces, los países sudamericanos se hallaban emparejados bajo la Doctrina de Seguridad Nacional, con lo cual se imponía un sistema de control absoluto sobre cualquier manifestación contraria a los intereses de sus gobiernos.

En ese ambiente, como consecuencia surge el segundo aspecto, el tiempo como tema. Es el contenido consagrado en las composiciones del Nuevo Cancionero como un ejercicio de mirada al pasado, reflexionando en tiempo presente y con capacidad de prefigurar un futuro. En su libro, Oscar Bogado nos cuenta que las canciones adoptaron un contenido y un compromiso con su tiempo y su sociedad, y son conocidas por esa circunstancia simplemente como canciones de protesta, aunque el contenido de las mismas no se limitó a eso y mucho menos se declinó de contar con calidad poética y artística en general[1]. La reacción del gobierno de entonces se materializó en la proscripción, la cárcel y el exilio, todo lo cual no fue suficiente para abortar el surgimiento de obras que gozan de lirismo, estética y contenido popular auténtico. En este sentido cabe citar obras como “Despertar” de Maneco Galeano, “Color del Alba” con letra de Elvio Romero[2], “Una antigua sangre” con letra de Juan Manuel Marcos, “Canto de Esperanza” y “Canción de mi tiempo” de Carlos Noguera, entre varias otras.

De esta manera, la década del 70 se inicia con reuniones, conciertos y presentaciones televisadas donde los protagonistas cancioneros tienen oportunidad de dar a conocer sus creaciones. Luego, el fenómeno se torna aún más concreto con la edición del primer disco de Vocal Dos en 1973, logrando mayor difusión y dinamismo en la segunda mitad de la década y en cuyo desarrollo se configura una dualidad antagónica que puede ser observada en diversas claves: renovación/conservación, creación/censura, propuesta/protesta, oprimido/opresor, según el impulso de la tensión entre dos sectores sociales. Señalo aquí un objeto de estudio que debe ser atendido por la sociología, en que la interacción surge como fuente de explicaciones de los hechos de la realidad[3].

El recurso del investigador

La investigación realizada por el autor se basa en varias fuentes primarias: periódicos de la época, entrevistas, grabaciones, programas de festivales, además de la discografía y bibliografía pertinentes. Entre estos recursos merece especial atención los documentos pertenecientes a la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos[4], hoy albergados en el Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, más conocido como el “Archivo del Terror”. Estos escritos de carácter oficial indican que todas las actividades realizadas por los integrantes del movimiento cancionero eran controladas, siendo éstos calificados de marxistas y subversivos. Entonces, esta fuente es apreciada en dos dimensiones, primero como soporte de datos sobre hechos concretos y segundo como indicador de la existencia de una policía con funciones políticas.

El control policial sobre las actividades musicales se remonta al origen del movimiento cancionero, según lo expone Bogado al trascribir un acta de declaración indagatoria, realizada por Carlos Noguera el 20 de marzo de 1972 en el Departamento de Investigaciones de la Policía Nacional. En esta ocasión el declarante fue compelido a dejar constancia de la intención de organización y los objetivos de los artistas emergentes, por entonces denominados “Joven Alianza”. Esa detención fue la reacción del aparato estatal ante el éxito de los festivales musicales realizados en el Centro Cultural Paraguayo Americano.

Además, el trabajo incluye extractos de notas del año 1984 en que el Jefe del Departamento de Investigaciones informaba a la Jefatura de la Policía, sobre los espacios de difusión que concedían los medios de comunicación a los conjuntos musicales conocidos como del “nuevo cancionero popular”, cuyo repertorio incluía “canciones de José Asunción Flores y Maneco Galeano (vinculados al comunismo y a la subversión)”. Consecuentemente, en este periodo debemos recordar la prohibición del Festival del Lago Ypacaraí, entre los años 1986 y 1988 por orden del Ministerio del Interior.

De esta manera, el libro ilustra el efecto del Nuevo Cancionero Paraguayo sobre el oficialismo de la época, destacando la visión de los artistas que mediante sus obras reafirmaban los ideales libertarios y la resistencia a la opresión. Hasta podría decirse que el autoritarismo fue la principal motivación del movimiento.

Reflexionando sobre los nuevos desafíos del grupo de autores e intérpretes del movimiento, Bogado se ubica en el periodo de apertura democrática iniciado en 1989, expresando que Paradójicamente, los oscuros días de la dictadura fueron más fértiles y permitieron una mayor cohesión en el movimiento que, paulatinamente, fue diluyéndose en emprendimientos individuales y aislados.[5] Sin embargo no parece ser paradoja, si atendemos a Joan Baez cuando nos dice que la acción es el antídoto a la desesperación.

La incursión investigativa de Óscar nos recuerda que la historia contemporánea del Paraguay sigue siendo explorada. Ante ciertos espacios vacíos, la historiografía sigue creciendo y en este caso deja testimonios del valor y la humanidad de quienes no se retrajeron ante la adversidad, sino que supieron interpretar su tiempo e inspiraron con su arte el quiebre de la pasividad.
Hermes Ramos








[1] BOGADO Rolón, Óscar. Nuevo Cancionero Paraguayo. Intercontinental Editora/Uninorte. Asunción. 2018. Pág. 25.
[2] Con música de Carlos Noguera, canción ganadora del Premio Nacional de Música 2007, en la categoría de música popular.
[3] Mauricio Schvartzman, al referirse a la complejidad como parte del marco epistemológico del estudio de los sistemas sociales recurre a la noción del “desorden organizador” aplicado en experimentos termodinámicos, lo cual “plantea una nueva visión del comportamiento universal, de gran efecto en la comprensión de los cada vez más complejos sistemas sociales”. SCHVARTZMAN, Mauricio. Contribuciones al estudio de la sociedad paraguaya. CIDSEP. Asunción. 1989. Pág. 7.
[4] Popularmente conocido como “la técnica”, dependencia del Ministerio del Interior creada en 1956 mediante la colaboración de los EE.UU. con el objeto de combatir el comunismo además de cualquier amenaza al gobierno. Funcionó hasta 1992.
[5] BOGADO, Óscar. OP. Cit. Pág. 92.

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