La contracultura inspira. La voz
visceral de Woody Guthrie inspiró a Bob Dylan, quien inspiró a los Beatles y
éstos al mundo entero. Latinoamérica no se abstuvo de reaccionar ante las
influencias y tomando su folclore como arcilla, creó su Nuevo Cancionero.
A partir de la agitación política y
cultural en la década de los sesenta, América Latina tiende a ser pensada como
unidad alternativa en un mundo regido por polaridades. Asumiendo que la cultura
es el conjunto de prácticas y manifestaciones que establecen relaciones en la
sociedad, encontramos a las expresiones artísticas como instrumentos para
reflexionar sobre la historia y el presente de Latinoamérica, con especial acento
en el aspecto social. En este contexto surge la Nueva Canción Latinoamericana
en que se enmarca el Nuevo Cancionero Paraguayo.
Las canciones y poesías que dan
sustancia al Nuevo Cancionero Paraguayo pueden ser observadas desde la
perspectiva de la temporalidad en dos acepciones. En primer lugar, reconociéndolas
como frutos
espontáneos de un proceso, de un fenómeno consecuente a las inquietudes del
momento, dentro de la secuencia histórica de un país en que el autoritarismo
pareciera ser la regla más que la excepción. En ese entonces, los países
sudamericanos se hallaban emparejados bajo la Doctrina de Seguridad Nacional, con
lo cual se imponía un sistema de control absoluto sobre cualquier manifestación
contraria a los intereses de sus gobiernos.
En ese ambiente, como
consecuencia surge el segundo aspecto, el tiempo como tema. Es el contenido
consagrado en las composiciones del Nuevo Cancionero como un
ejercicio de mirada al pasado, reflexionando en
tiempo presente y con capacidad de prefigurar un futuro. En su libro, Oscar Bogado nos cuenta que las canciones adoptaron un contenido y un compromiso con su tiempo y su
sociedad, y son conocidas por esa circunstancia simplemente como canciones de
protesta, aunque el contenido de las mismas no se limitó a eso y mucho menos se
declinó de contar con calidad poética y artística en general[1]. La reacción del gobierno de entonces se materializó en la proscripción,
la cárcel y el exilio, todo lo cual no fue suficiente para abortar el
surgimiento de obras que gozan de lirismo, estética y contenido popular
auténtico. En este sentido cabe citar obras como “Despertar” de Maneco Galeano,
“Color del Alba” con letra de Elvio Romero[2], “Una antigua sangre” con letra de Juan Manuel Marcos, “Canto de
Esperanza” y “Canción de mi tiempo” de Carlos Noguera, entre varias otras.
De esta manera, la década del 70
se inicia con reuniones, conciertos y presentaciones televisadas donde los
protagonistas cancioneros tienen oportunidad de dar a conocer sus creaciones.
Luego, el fenómeno se torna aún más concreto con la edición del primer disco de
Vocal Dos en 1973, logrando mayor difusión y dinamismo en la segunda mitad de
la década y en cuyo desarrollo se configura una dualidad antagónica que puede
ser observada en diversas claves: renovación/conservación, creación/censura, propuesta/protesta,
oprimido/opresor, según el impulso de la tensión entre dos sectores sociales. Señalo
aquí un objeto de estudio que debe ser atendido por la sociología, en que la
interacción surge como fuente de explicaciones de los hechos de la realidad[3].
El
recurso del investigador
La investigación realizada por el
autor se basa en varias fuentes primarias: periódicos de la época, entrevistas,
grabaciones, programas de festivales, además de la discografía y bibliografía
pertinentes. Entre estos recursos merece especial atención los documentos
pertenecientes a la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos[4],
hoy albergados en el Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los
Derechos Humanos, más conocido como el “Archivo del Terror”. Estos escritos de
carácter oficial indican que todas las actividades realizadas por los
integrantes del movimiento cancionero eran controladas, siendo éstos calificados
de marxistas y subversivos. Entonces, esta fuente es apreciada en dos
dimensiones, primero como soporte de datos sobre hechos concretos y segundo
como indicador de la existencia de una policía con funciones políticas.
El control policial sobre las actividades
musicales se remonta al origen del movimiento cancionero, según lo expone Bogado
al trascribir un acta de declaración indagatoria, realizada por Carlos Noguera el 20 de marzo de
1972 en el Departamento de Investigaciones de la Policía Nacional. En esta
ocasión el declarante fue compelido a dejar constancia de la intención de
organización y los objetivos de los artistas emergentes, por entonces denominados
“Joven Alianza”. Esa detención fue la reacción del aparato estatal ante el
éxito de los festivales musicales realizados en el Centro Cultural Paraguayo
Americano.
Además, el trabajo incluye extractos
de notas del año 1984 en que el Jefe del Departamento de Investigaciones informaba
a la Jefatura de la Policía, sobre los espacios de difusión que concedían los
medios de comunicación a los conjuntos musicales conocidos como del “nuevo
cancionero popular”, cuyo repertorio incluía “canciones de José Asunción Flores
y Maneco Galeano (vinculados al comunismo y a la subversión)”. Consecuentemente,
en este periodo debemos recordar la prohibición del Festival del Lago Ypacaraí,
entre los años 1986 y 1988 por orden del Ministerio del Interior.
De esta manera, el libro ilustra el
efecto del Nuevo Cancionero Paraguayo sobre el oficialismo de la época,
destacando la visión de los artistas que mediante sus obras reafirmaban los
ideales libertarios y la resistencia a la opresión. Hasta podría decirse que el
autoritarismo fue la principal motivación del movimiento.
Reflexionando sobre los nuevos
desafíos del grupo de autores e intérpretes del movimiento, Bogado se ubica en
el periodo de apertura democrática iniciado en 1989, expresando que Paradójicamente, los oscuros días de la
dictadura fueron más fértiles y permitieron una mayor cohesión en el movimiento
que, paulatinamente, fue diluyéndose en emprendimientos individuales y aislados.[5]
Sin embargo no parece ser paradoja, si atendemos a
Joan Baez cuando nos dice que la acción es
el antídoto a la desesperación.
La
incursión investigativa de Óscar nos recuerda que la historia contemporánea del
Paraguay sigue siendo explorada. Ante ciertos espacios vacíos, la
historiografía sigue creciendo y en este caso deja testimonios del valor y la
humanidad de quienes no se retrajeron ante la adversidad, sino que supieron
interpretar su tiempo e inspiraron con su arte el quiebre de la pasividad.
Hermes Ramos
[1] BOGADO Rolón, Óscar.
Nuevo Cancionero Paraguayo. Intercontinental Editora/Uninorte. Asunción. 2018.
Pág. 25.
[2] Con
música de Carlos Noguera, canción
ganadora del Premio Nacional de Música 2007, en la categoría de música popular.
[3] Mauricio
Schvartzman, al referirse a la complejidad como parte del marco epistemológico del estudio de los sistemas sociales recurre a
la noción del “desorden organizador” aplicado en experimentos termodinámicos,
lo cual “plantea una nueva visión del comportamiento universal, de gran efecto
en la comprensión de los cada vez más complejos sistemas sociales”.
SCHVARTZMAN, Mauricio. Contribuciones al estudio de la sociedad paraguaya.
CIDSEP. Asunción. 1989. Pág. 7.
[4] Popularmente
conocido como “la técnica”, dependencia del Ministerio del Interior creada en 1956 mediante la colaboración de
los EE.UU. con el objeto de combatir el comunismo además de cualquier amenaza
al gobierno. Funcionó hasta 1992.
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