domingo, 12 de abril de 2020

La obra presente de Luis María


Con la publicación de “El gobierno de Pedro P. Peña y otros escritos” se completa la trilogía de análisis histórico y político del Paraguay a inicios del siglo XX, legada por el joven autor Luis María Duarte (1).



A partir de la deposición del presidente Manuel Gondra en enero de 1911, mediante el golpe militar liderado por su Ministro de Guerra Albino Jara, la facción radical del Partido Liberal fue desplazada del poder, aunque sin perder su capacidad operativa. En esa ocasión, las desmesuras y tropelías de Jara en el sillón presidencial inquietaron a sus propios aliados políticos, quienes lo convencieron que renuncie el 5 de julio de 1911, con la promesa de ser electo para el periodo 1914/1918. En consecuencia, el congreso designa a Liberato Rojas como presidente y surge una tercera facción en el partido liberal: el jarismo.

En aquella convulsionada etapa política el gobierno de Rojas, quien se sostenía mediante un voluble pacto entre liberales cívicos, gubernistas y el Partido Colorado, se vio obligado a enfrentar dos levantamientos armados en el sur del país.

En octubre de 1911, luego de un breve exilio en Buenos Aires, Jara se ubica clandestinamente en Itapúa logrando la adhesión de importantes columnas del ejército con el propósito de marchar sobre Asunción para retomar el poder. En enero de 1912, un ejército revolucionario comandado por Gondra y Eduardo Schaerer ocupaba Pilar con el mismo propósito.

La inestable situación se tornó aún más aguda con la renuncia de dos ministros del Gabinete de Rojas, Francisco L. Bareiro, de Hacienda y Cipriano Ibáñez, de Guerra y Marina, quienes se pasaron a las filas revolucionarias del coronel Jara.

Así estaban las cosas cuando el 26 de febrero de 1912 fallece el líder del Partido Colorado, Bernardino Caballero. Este vacío dirigencial sumado a la caótica situación nacional, motivó a los dirigentes republicanos a copar el gobierno, con lo cual Rojas presentó su renuncia a la primera magistratura por tercera vez, la cual es aceptada por el Congreso el día 29. Duarte nos relata que en aquella sesión se produjo un hecho extremamente llamativo. El mayor Eugenio Garay, sin ser miembro del cuerpo legislativo, interrumpió la sesión desde la barra proponiendo el nombre del doctor Pedro P. Peña para su elección como nuevo Jefe de Estado (2). Cabe apuntar que Garay comandaba un piquete de infantería armado con fusiles “Mauser” apostado en los corredores de entrada de la sede legislativa (3). Peña fue electo presidente con 14 votos de 20 congresistas presentes.

Reflexionando, el autor nos dice que: Dentro de aquel proceso se puede notar también un patrón de comportamiento que fue casi tradicional en los dos partidos históricos del Paraguay. A lo largo de su historia, el Partido Colorado fue el partido de las conspiraciones y golpes de palacio, mientras que el Partido Liberal fue el partido de las revueltas y los levantamientos cívico-militares. Algún sentido hay en esto. El Partido Colorado, tal como lo expresa su propio manifiesto fundacional, fue siempre el partido del orden, de la “paz y respeto a las instituciones”. A pesar de recurrir a tácticas poco ortodoxas para acceder al poder, siempre lo hacía dentro de ciertas reglas y manteniéndose dentro de cierto orden establecido. El Partido Liberal, por su parte, más afecto a la libertad, terminó con actitudes y tácticas un tanto más desordenadas o hasta anárquicas, instigando revueltas y sediciones de todo tipo. También es cierto que el Colorado fue iniciado y desarrollado como partido de gobierno y buscó siempre formar parte del mismo fuese como fuese como objetivo central de sus acciones, mientras que el Liberal lo fue de oposición y tuvo como principal eje de su acción política la contestación y reacción. (4)

De esta manera, se configura el retorno al poder del Partido Colorado durante un breve paréntesis de 22 días, desde el inicio del periodo liberal en 1904. Finalmente Peña fue depuesto por las armas, con lo cual el radicalismo liberal logra imponerse sobre el civiquismo y el jarismo, siendo Albino Jara herido en batalla, falleciendo el 15 de mayo de 1912 en Paraguarí.




Luis María Duarte González, en una de sus misiones electorales en Medio Oriente



Otros escritos


El libro contiene tres partes según su contenido: “Paraguay a inicios del siglo XX. A 100 años de la Independencia Nacional”, “22 días. El breve gobierno de Pedro P. Peña” e “Historia, Política y Diplomacia”.

De esta última parte, donde se encuentran temas de actualidad, se destaca el artículo “Proyección internacional y crecimiento económico en el Paraguay”, donde el autor deja claras impresiones sobre la posibilidad de que el Paraguay adopte una diplomacia proactiva en lugar de la tradición conservadora en términos de relaciones internacionales. Duarte aboga a favor de la adopción de un nuevo paradigma: primero la proyección externa y después el crecimiento.

Según el autor, debe ser considerada una mayor proyección internacional pues: Hoy por hoy, y más aun teniendo en cuenta el sentido con que la región viene desarrollando su proceso de integración, más política que económica y dentro de un esquema totalmente ideologizado, es esencial para el Paraguay lograr una utilización efectiva de las instancias diplomáticas, así como un aprovechamiento de las opciones que hoy ofrecen las relaciones internacionales.

Para ello, una de las primeras barreras que deben ser derribadas es aquella que se instaló en el imaginario colectivo, respecto a que las relaciones internacionales están determinadas exclusivamente por factores económicos. Primero, para un país como el Paraguay con poca oferta y diversidad económica, basar de esta manera su proyección externa le reduce totalmente el campo de acción. Segundo, para una nación pequeña, cuya inserción internacional es aún reducida, son los lazos políticos los que permitirán una posterior agenda económica y comercial. (5)

Consecuentemente, en otro artículo el autor ofrece su perspectiva con respecto a la participación paraguaya en el Mercosur, explicando sus realidades para luego referir a la proyección externa del país, su relación con el proceso de integración y sus posibilidades en el ámbito mundial actual. Se explica aquí que una diferencia determinante con los demás países del Mercosur consiste en que sus políticas de relaciones internaciones son muy diferentes a las del Paraguay.

En congruencia con su argumento de la diplomacia proactiva, en este libro Luis María nos ofrece un último trabajo titulado “Marruecos y el Sahara Occidental: su relación con la proyección exterior del Paraguay”.

A cinco años de la partida de Luis María, la bibliografía paraguaya se ve acrecentada con su obra hoy presente, en que además de los análisis históricos, nos expone sus ideas propias e intenciones políticas con miras a la superación del Paraguay que conoció. 

Hermes Ramos D.
Notas:

1 Fue publicado póstumamente por la editorial Intercontinental: “José Irala. Política y diplomacia paraguaya a principios del siglo XX” (2014) y “Política y diplomacia durante el gobierno de Liberato Rojas” (2016). Luis María Duarte cumplía su tercera misión como observador electoral y analista político a cargo del National Democractic Institute en Kabul, Afghanistán, cuando el 20 de marzo de 2014 un ataque terrorista cegó su vida.

2 Duarte, Luis María. El gobierno de Pedro P. Peña y otros escritos. Intercontinental. Asunción. 2019. Pág. 154

3 Op. cit. Pág. 152

4 Op. cit. Pág. 144.

5 Op. cit. Pág. 249.








sábado, 11 de abril de 2020

Totalitario: un rótulo esplendoroso





Para el análisis de los 34 años de gobierno de Alfredo Stroessner, es recurrente el ejercicio de la periodización objetiva, que desde su enunciación nos ofrece interpretaciones históricas con base en la explicación de hechos relevantes, hasta el punto de reflejar una filosofía de valores atribuible a un determinado historiador. En este sentido, los periodos históricos consecutivos fijados deliberadamente se hallan ligados estrechamente uno al otro, y el factor que determina una partición concreta puede ser político, social o económico.

En una reciente publicación de Flecha y Martini (1), encontramos, en el capítulo II, «De la dictadura al totalitarismo», una división del «periodo histórico de todo el sistema (1954-1989)» en tres etapas: la del afianzamiento del poder (1954-1962), la de la construcción del sistema y fortalecimiento del poder (1963-1975) y la del máximo desarrollo del sistema totalitario (1975-1986).

Al momento de explicar este esquema, los autores narran primeramente cómo Stroessner se propone y logra alcanzar dos cuestiones fundamentales al inicio de su gobierno: la unidad dentro del Partido Colorado y la férrea alianza entre su gobierno y las Fuerzas Armadas. También se incluye en esta etapa el tratamiento del disenso, el copamiento de organizaciones sociales y la resistencia armada de los partidos Febrerista y Liberal.

Luego, en el desarrollo encontramos que la segunda etapa tratada cambia de nombre, titulándose «Afirmación del Absolutismo y la búsqueda de consenso». Aquí se lee: «Una vez afianzado el Estado militar totalitario, a través de las cuatro instancias señaladas (2), llegó el momento de buscar legitimidad del régimen militar. Ello respondía, además, a las exigencias para beneficiarse del plan de la Alianza para el Progreso impuesta por los EE.UU.» (3)

Finalmente, la tercera etapa lleva el nombre de «El esplendor del totalitarismo», donde se hacen referencias al capital financiero internacional, relaciones mercantiles, cosmovisión del paraguayo y crisis de la sociedad tradicional. Aquí se expone que en los años ochenta hubo un auge represivo que logró «debilitar y frenar el fortalecimiento de las organizaciones, independientemente de sus opciones ideológicas» (4).Sin embargo, dicen que este «debilitamiento» propició la conformación, en 1979, del Acuerdo Nacional, la asociación de partidos opositores más importante que se enfrentó al régimen.

Ajustemos los conceptos al momento de utilizar la terminología política adecuada. La cualidad de ejercicio «totalitario» del poder aparece por primera vez de la mano del ideólogo del fascismo Giovanni Gentile y del propio Mussolini en la Enciclopedia Italiana de 1932, refiriéndose a un «partido que gobierna totalitariamente una nación». Posteriormente, el totalitarismo en sentido sustantivo es desarrollado por la filósofa Hanna Arendt en Orígenes del totalitarismo (1951), fijando la ideología como sustrato justificativo del sistema y el terror como instrumento permanente de gobierno. En el plano organizativo, estos dos pilares del totalitarismo se manifiestan a través del partido único.

A la obra capital de Arendt se suma el libro Dictadura totalitaria y autocracia (1956), de los autores Friedrich y Brzezinski, quienes definen el totalitarismo basándose en sus características: ideología oficial (doctrina que cubre todos los aspectos de la vida humana), partido único de masa guiado por un dictador, un sistema de terrorismo policiaco (apoyado en el partido hasta controlarlo), control absoluto de medios de comunicación, control absoluto de las armas y control absoluto de la economía.

Al pensar en totalitarismo nos remitimos a un modelo de organización política dominante, que toma control absoluto en un territorio mediante la sincronización ideológica de grupos políticos y sociales, llegando inclusive a politizar sectores como el deporte y actividades de tiempo libre. Los citados tratadistas coinciden en designar a la unión soviética de Stalin y al nacionalsocialismo de Hitler como los dos únicos regímenes totalitarios en su real dimensión (5).

Conforme a lo determinado en ciencia política, no existen fundamentos para caratular el régimen de Stroessner como totalitario o absolutista. A modo de definición, se afirma que se trató de un régimen autoritario enmarcado en el contexto de la Guerra Fría, con instituciones republicanas que simbolizaban una democracia que no existió y cuya transición se inició con el derrocamiento del dictador. El pluralismo político que permitió el régimen fue programado y limitado, con lo cual no se logró la competitividad propia de una democracia, lo cual es propio de un régimen autoritario, al momento de permitir la existencia de partidos opositores pero relegándolos a su mínima expresión.

Más allá de la originalidad de las experiencias políticas del Paraguay, un ejercicio de interpretación histórica con un relevamiento conceptual consecuente, será útil para entender que la noción de una isla rodeada de tierra no implica una impermeabilidad a las influencias del mundo.

Hermes Ramos


Notas:

1 FLECHA, Víctor Jacinto y Carlos Martini. A treinta años del golpe. Autoritarismo y democracia en el Paraguay. Comprender el presente obliga a rastrear su origen. Servilibro. Asunción. 2019. Pág. 33.
2 En el texto no se expresan de manera concreta las cuatro instancias. Entiendo que se trata de: el Estado como único articulador del proceso social, un patriotismo elevado a “ideología ultranacionalista”, el culto a la personalidad de Stroessner y la trasposición del progreso material por encima de la libertad.
3 op. cit. p. 41
4 op. cit. p. 46
5 El Pacto Molotov-Ribbentrop firmado entre la USSR y Alemania en 1939, por el cual se definía la ocupación de territorios de Europa del Este parece sugerir otra característica del totalitarismo: el expansionismo.