sábado, 2 de junio de 2018

Diplomacia y militarismo: el conflicto por los Saltos del Guairá.



Desde el Tratado de Límites de 1872 hasta el Acta Final del 22 de junio de 1966, “La última invasión. El conflicto por los Saltos del Guairá” (Editorial Arandurã, 2017, 229 p.) de Juan Marcelo Cuenca Torres, relata con precisión y agilidad la disputa territorial desplegada por Paraguay y Brasil en el ámbito diplomático, con énfasis en la ocupación de territorio no demarcado por parte del ejército brasileño. Desde esta perspectiva, encontramos una nueva adición al escaso análisis histórico del periodo comprendido entre 1954 y 1989, dejando patente del ánimo avasallante con que Brasil trató de imponerse sobre los intereses del Paraguay para ocupar la totalidad de los Saltos del Guairá.

No existen dudas respecto a la capacidad de intervención e influencia del Brasil en el escenario de sudamericano desde los respectivos procesos de formación de los Estados-naciones hasta nuestros días. Razones de geopolítica han marcado las relaciones de poder en que cada país hizo uso de sus recursos según sus intereses, lo cual no pocas veces afectó al Estado vecino. Desde principios del siglo XXI, este país ha demostrado una proyección de crecimiento económico, cimentado en su sólida política exterior, hasta el punto de hablarse de su condición de “superpotencia emergente”.

Diplomacia brasileña  
          
Considerando que el conflicto por los Saltos del Guairá fue protagonizado por el Brasil, cabe extender la mirada hasta sus doctrinarios[1] para fijarnos en la obra “Cinco siglos de periferia” del diplomático brasileño Samuel Pinheiro Guimarães, texto referencial y actual en materia de relaciones internacionales de su país. Al momento de ocuparse de los desafíos de la política internacional del Brasil, este autor nos dice que (...) su política exterior logró resultados extraordinarios. Se definieron pacíficamente las fronteras, realización notable cuando se la compara con la situación de otros países, como la India. Se preservó la integridad territorial, hecho sumamente importante, cuando podría haber ocurrido lo que ocurrió con México. Defendió exitosamente nuestra diplomacia, el principio de igualdad soberana de los Estados y contribuyó a la lucha por un orden económico internacional más favorable a los países en desarrollo y a las ex colonias[2].
                
Examinemos las supuestas ansias pacifistas del Brasil para fijar su frontera con el Paraguay. El artículo IX del Tratado Secreto de la Triple Alianza, “siempre en plena fuerza y vigor” según su artículo XVII, declara garantizar la integridad territorial de la República del Paraguay. Esta disposición fue violada por Argentina y Brasil, a partir de la firma de los respectivos tratados que establecieron nuevos límites después de la Guerra. En el caso del Tratado Loizaga - Cotegipe, firmado el 9 de enero de 1872 bajo ocupación militar brasileña en Asunción, el Paraguay perdió a favor del Brasil aproximadamente 62.325 km² de territorio[3].
                
Décadas después, mientras el Paraguay se encontraba en guerra contra Bolivia, el Brasil insiste en continuar los trabajos de demarcación fronteriza que se hallaban pendientes desde 1872. En su libro, Cuenca Torres recoge lo señalado por Efraím Cardozo al momento de realizarse los trabajos de demarcación por parte de la Comisión Mixta Paraguayo-Brasileña[4], cuando en julio de 1934 los representantes brasileños insisten en colocar un nuevo hito en la margen derecha del río Paraná, frente a la 5ta. caída, con lo cual el Paraguay perdería los saltos ubicados por encima, en contrariedad a lo estipulado en el Tratado de 1872. Para ello los brasileños se valieron de una copia fotográfica de un mapa de la zona del Mbaracayú, supuestamente levantada por los demarcadores en 1874, incluyendo la firma del representante paraguayo Cap. Domingo Antonio Ortiz. El autor relata que ante esta situación se ordenó la búsqueda del duplicado paraguayo de dicho mapa (…) y al compararlo con el mapa brasileño, se denotaron graves adulteraciones en éste, tras esto, los brasileños dejaron de insistir con el mismo; Brasil estaba buscando de todas las formas y métodos posibles tentar el error y torcer lo suscrito en 1874[5].
                
Posteriormente, el Brasil tradujo su interés en la explotación energética del Río Paraná al iniciar estudios técnicos unilaterales desde el año 1953. En el caso de las intenciones brasileñas de utilización de los Saltos, la República del Paraguay tomó conocimiento de que el Ministerio de Minas y Energía se hallaba abocado a un estudio preliminar mediante una publicación en el periódico Jornal do Brasil del 13 de febrero de 1963, lo cual motivó la reacción del embajador paraguayo en el Brasil, Raúl Peña, por expresas instrucciones del Canciller Nacional Raúl Sapena Pastor, iniciándose  de esta manera el largo litigio diplomático entre los dos países. El Brasil no fue capaz de comunicar formalmente a su país vecino sus pretensiones sobre el río compartido en que se establece su frontera natural.
                
De esta manera, se constata fácticamente que en el caso de las relaciones con el Paraguay, los diferentes gobiernos del Brasil no demarcaron pacífica su frontera, ni se acogieron al principio de igualdad soberana de los Estados, ni contribuyeron a un orden económico favorable cuando buscó la explotación unilateral de los Saltos del Guairá. Aunque el falaz enunciado de Pinheiro Guimarães carece de objetividad y fundamentos (con más razón considerando la comparación con India y México), su libro del año 2005 debe ser observado con detenimiento, considerando que su autor ejerció el cargo de Secretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores hasta el 2009, siendo luego Ministro de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República Federativa del Brasil.
                
En plena Guerra Fría: dos potencias, mismo criterio.
                
En “La última invasión” encontramos que la causa paraguaya contó con la simpatía de la Unión Soviética en plena Guerra Fría, al referenciar el discurso de fin del año 1963 en que Nikita Kruschev expone un mensaje anti bélico rememorando la Guerra del Paraguay y su población dramáticamente disminuida. Según lo relata Cuenca, estas palabras tuvieron eco en Itamaraty cuyos portavoces alegaron que el premier soviético tuvo la mala inspiración de exhumar el episodio de la Guerra del Paraguay, en el momento justo que estamos haciendo tentativas con ese país para la construcción de la usina de Sete Quedas, con lo que se excita el sentimiento nacionalista paraguayo, y coloca el problema en un ángulo francamente incómodo para la posición histórica brasilera[6].
       
Siguiendo el relato cronológico, encontramos en 1965 el año más convulsionado del conflicto, considerando la ocupación de territorio litigioso por parte de tropas brasileñas y el apresamiento de una comitiva paraguaya en octubre de ese año. El casus belli estaba instalado y el Paraguay debía agudizar su práctica diplomática de manera a seguir bregando por su soberanía e integridad territorial sin propiciar el enfrentamiento armado.
               
En esa secuencia de hechos, Cuenca Torres nos ilustra sobre la breve pero significativa visita a Asunción de Dean Rusk, entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos de América, en fecha 24 de noviembre de 1965, cuyas palabras discursivas fueron recogidas por la prensa escrita según se lee: Paraguay y Estados Unidos están trabajando juntos para labrar la felicidad de los pueblos, y que ambas naciones estaban en absoluta identidad en cuanto a los problemas internacionales[7].

De esta manera, se comprueba que más allá de las diferencias en las líneas de pensamiento político y en pleno auge del militarismo, la comunidad internacional coincidía con la causa paraguaya.
                
Más de cincuenta años después del conflicto por los Saltos del Guairá, hoy cabe celebrar la actuación de la diplomacia paraguaya que con su metódica actuación, revirtió un intento de despojo territorial conduciéndolo a un emprendimiento binacional altamente técnico en beneficio de los dos países.

Hermes Ramos Dávalos




[1] Algunos ideólogos de política internacional cuyas obras merecen atención son Golbery do Couto e Silva, Helio Jaguaribe, entre otros.
[2] PINHEIRO Guimarães, Samuel. Cinco siglos de periferia. Una contribución al estudio de la política internacional. Prometeo Libros. 2005. Buenos Aires. Pág. 167.
[3] BOGADO Rolón, Oscar. Sobre cenizas. Construcción de la Segunda República del Paraguay – 1869/1870. Intercontinental Editora. Asunción. 2011. Pág. 76.
[4] Según el Protocolo de Instrucciones para la Demarcación y Caracterización de la Frontera con Brasil del 9 de mayo de 1930, el objeto de la Comisión consistía únicamente en reemplazar los hitos de la misma frontera que hayan desaparecido y de colocar hitos intermedios que fuesen juzgados convenientes. Ver DEBERNARDI, Enzo. Apuntes para la historia política de Itaipú. Ed. del autor. Asunción. 2010. Pág. 43. También CARDOZO, Efraím. Los Derechos del Paraguay sobre los Saltos del Guairá. Asunción. 1965. Pág. 147.
[5] CUENCA Torres, Juan Marcelo. La última invasión. El conflicto por los Saltos del Guairá. Editorial Arandurã. Asunción. 2017. Pág. 36.
[6] Op. cit. Pág. 80.
[7] Op. cit. Pág. 139.

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