jueves, 6 de agosto de 2009

Símbolos de la República























Símbolos de la República.













Luego de utilizar varias banderas con colores distintos, y a partir del uso del escudo en los papeles sellados durante el gobierno del Dr. José G. Rodríguez de Francia, el Soberano Congreso General Extraordinario del 25 de noviembre de 1842, durante el Consulado de Don Carlos Antonio López y Don Mariano Roque Alonso sanciona la llamada “Ley del Pabellón” vigente hasta nuestros días, con la cual se oficializa la tricolor bandera y sus escudos. Sin embargo en la costumbre, y durante los años de distintos gobiernos, el uso de los escudos nacionales no ha sido uniforme, propiciando la confusión de tan elemental símbolo.

Una nación tiene la necesidad de fortalecerse, de nutrir su propia esencia a partir de los elementos que la confirman como unidad con historia y propósitos. El gobierno debe recurrir a los principios de la patria, está obligado a resguardar su territorio, cuidar de la población y ejecutar su poder de manera consecuente y provechosa en resguardo de su soberanía. En este sentido, el constitucionalismo sienta las bases para estructurar y fomentar de manera eficiente la veneración a los símbolos patrios.

La Constitución Nacional vigente, en su artículo 39, señala como símbolos de la República del Paraguay el Pabellón de la República, el Sello Nacional y el Himno Nacional. Dispone además que: "la Ley reglamentará las características de los símbolos de la República no previstos en la resolución del Congreso General Extraordinario del 25 de noviembre de 1842, y determinando su uso". Ésta disposición no ha sido cumplida, sin embargo se hallan normas anteriores.

El Decreto N° 23.136 de febrero de 1926 disponía: "No podrá ser izado el pabellón nacional en los edificios y establecimientos particulares sino en los días de fiesta cívica o religiosa". La misma norma continúa diciendo: "cuando en homenaje a un suceso o acontecimiento público acaecido en el país o fuera de él se quiera izar el pabellón nacional habrá que solicitar previamente, permiso al Ministerio del Interior en la Capital, y, en la campaña, de las autoridades que el mismo señale". La redacción es clara, estaba prohibido izar la bandera nacional sin permiso de la autoridad.

En el año 1957, mediante Decreto N° 26.506 se formalizan varios aspectos sobre las características y usos de la bandera paraguaya, además de confirmar lo expresado por la Ley del Pabellón del año 1842. Esta norma está vigente, y dejando sin efecto la disposición citada en el anterior párrafo, establece que: "las instituciones privadas y los ciudadanos particulares podrán izar el Pabellón Nacional en los días feriados y en los festivos, así como en la celebración de actos que, con el debido decoro, guarden relación con las manifestaciones culturales, sociales, deportivas y políticas del país". Señala además las medidas de la bandera y del diámetro de los escudos.

La Constitución del Paraguay del año 1967 declaraba como símbolos de la Patria: "1) el Pabellón de la República consistente en una bandera compuesta de tres franjas horizontales iguales: colorada, blanca y azul, llevando de un lado, en el medio, el Escudo Nacional, de forma circular que se describe una palma y una oliva, entrelazadas en el vértice y abiertas en la parte superior, resaltando en medio de ellas una estrella y en la orla una inscripción distribuida que dice “República del Paraguay”; y en el reverso, en la misma posición, un círculo con la inscripción distribuida “Paz y Justicia”, figurando en el centro un león en la base del símbolo de la libertad; 2) El Sello Nacional, que reproduce el escudo primariamente descripto; 3) El Sello de Hacienda, que reproduce el escudo del reverso del Pabellón, más la inscripción que dice: “República del Paraguay”, en la orla; 4) El Himno Nacional, cuyo coro empieza con la frase: “Paraguayos, República o muerte”; 5) La composición musical “Campamento Cerro León”.

Hoy deviene necesaria la reglamentación de los símbolos de la República del Paraguay, un discernimiento claro de los fundamentos de la patria motivará al inconsciente colectivo a combatir el desarraigo ideal de nuestra nacionalidad. Mirando los años en que los escudos han sido concebidos de manera artística, sin preceptos heráldicos ni formalidad, y ante los festejos del Bicentenario de la Independencia es momento de uniformar criterios, legislar y dar publicidad de lo dispuesto oficialmente para su cumplimiento consecuente.



















El poder del símbolo














Un símbolo nacional posee historia y representa valores, es un elemento de identificación encaminado al sentimiento de pertenencia de los ciudadanos, tiene contenido social y es objeto de veneración. El poder de un símbolo no puede ser subestimado, son colores que han costado sangre y la valoración de la patria depende de la lectura y el trato que las autoridades y el ciudadano común dediquen a estas representaciones.


























El investigador paraguayo Harold Ronnebeck, quien se formó en Europa en Heráldica, Vexilología y Medallística consigna algunos datos de importante señalamiento:
- “República del Paraguay” es el título nacional.
- La orla es pieza honorífica de primer grado que simboliza protección honorífica.
- La Palma y la Oliva conforman la Corona de Ovación instituídas al valor y hazañas del pueblo y del soldado paraguayo.
- El Gorro Frigio es símbolo de Libertad.
- Todos los Escudos y Sellos son nacionales, si bien los unos son de uso oficial y los otros de la hacienda pública.
- El León es símbolo de bravura y su posición es mirando al diestro del escudo que es el siniestro del espectador, se le verá una oreja, un ojo, los colmillos, la lengua, las garras y la cola bordeará el cuerpo con la borla caída hacia adentro.
- A nuestros blasones no le fueron instituidos bordes ni moños tricolores, ni refulgencias ni terrazas.
- La inscripción del título nacional está aplicada en la Orla y no en una bordura o directamente en la superficie.
- La forma de nuestros escudos y sellos es circular, no ovalada ni amorfa.
- Circulado se llama el escudo que tenga tres círculos concéntricos, simboliza a Dios, Eternidad y Perfección por no conocérsele al círculo principio ni fin.




Hermes Ramos D.

















martes, 4 de agosto de 2009






La imprenta y la flor


"Todo está acá, en el Ocara.” Alicia Medin vda. de Trujillo.



A inicios del siglo veinte, el Paraguay aún se encontraba en proceso de reconstrucción luego de la guerra contra la Triple Alianza. En aquel entonces una corriente nacionalista va tomando forma, consciente de nuestra riqueza cultural y de la necesidad de encontrar maneras de expresar la identidad de nuestra tierra. Sin embargo, las influencias extranjeras encontraban un fácil cauce en modas europeas aceptadas por la sociedad, y hasta de manera oficial mediante el Instituto Paraguayo, que a partir de su fundación en 1895, impartía clases de francés, inglés, italiano y latín. Así las cosas, el idioma guaraní era sistemáticamente postergado, siendo considerado un símbolo bárbaro, atribuyéndosele el falso efecto de entorpecer el aprendizaje del castellano. Sin embargo, encontró su práctica en tierra adentro, en guitarras y versos, y sobre todo en la vocación de gente con ansias de recrear la tradición.

Don Félix Fortunato Trujillo, asunceno nacido en 1879, era tipógrafo, editor y publicista. Fundó la Imprenta Trujillo en 1900, a partir de la cual se originó la revista de autores populares Ocara poty cue mi, en el año 1922. En este cancionero, que contó con las inspiradas obras de Fernando Rivarola, Manuel Ortiz Guerreo, Emiliano R. Fernández, Darío Gómez Serrato, Félix Fernández, Anarquino Guerrero entre otros, el idioma guaraní tuvo una difusión formal y entusiasta.

El primer número del Ocara poty cue mi, fue lanzado el 22 de julio de 1922, con 32 páginas de papel diario, su costo era de 2 pesos y era de pequeño formato. Las tiradas normales eran de 20.000 ejemplares llegando a 22.000 (registrado en acta notarial) como los números 82 y 96. Además, fueron reimpresos los primeros números por la demanda de los lectores. Esta recepción del público motivó a los vates paraguayos a trabajar la pluma, acercándose a la Imprenta de Don Trujillo en Asunción y así ganar un espacio de difusión.

Desde el mismo lugar en que se inició hace 110 años, la Imprenta Trujillo practica el espíritu laborioso de toda una familia, que tiene a la Sra. Alicia Medin vda. de Trujillo como la memoria viva de esos años en que la honestidad era la regla y el sacrificio una cualidad de paraguayos. Ella posee 252 números de la revista, todos los editados, guardados con lógico celo. Cuenta Doña Alicia que el trabajo de impresión era un arduo oficio, demandaba horas de dedicación, pues consistía en el sistema de “letra por letra”. Emiliano se impacientaba entonces entre los vapores, apremiaba a los obreros y exigía celeridad para que las coplas tengan salida.

La revista también organizó concursos de composiciones, siendo el ganador del año 1927 el poeta Darío Gómez Serrato con su obra “Yvoty reka Mariscal López rérape”, quien a partir de entonces se desempeñó como corrector de las expresiones en guaraní en el Ocara. Las formas lingüísticas eran varias y no se encontraba la unificación en cuanto a la escritura del idioma, lo que propiciaba una disparidad de criterios al respecto.

En este breve pasaje histórico celebramos el emprendimiento de Don Félix Trujillo y sus colaboradores, y combatiendo la desmemoria se rinde homenaje a todos los tesoneros creadores que aportaron al Ocara poty cue mi, e hicieron de esta revista un hilo de resistencia folclórica que ha contribuido a que hoy el guaraní sea literario, dotándonos además de una fuente de identidad.




El nombre

El origen del nombre de la revista proviene de la emblemática obra Ocara Poty de Narciso R. Colmán, primer poemario en idioma guaraní editado en el año 1917, auténtica obra nacional en idioma nativo que enfrentó el descreimiento hacia la lengua vernácula.



La flor en el Chaco

La Guerra del Chaco (1932/1935) promovió reacciones a nivel nacional, enalteciendo el espíritu patriótico de la ciudadanía. Ocara poty cue mi expresó su voz de aliento a las tropas paraguayas que cumplían el gran deber, constituyéndose en un instrumento de comunicación preponderante en el que se divulgaban enaltecedores escritos sobre el soldado y su valor, además de publicar noticias sobre los campos de batalla. En este sentido, fue Emiliano R. Fernández, combatiente y trovador, quien aportó los versos épicos más consecuentes. Las letras ingeniosas de obras como Rojas Silva rekávo, Tuja mi, Che la Reina, entre otras, se popularizaron cómodamente.

La influencia sicológica positiva que ejercía el cancionero en el frente de batalla era innegable, al Chaco se enviaban números del Ocara poty cue mi para momentos de esparcimiento del soldado paraguayo. Era la identidad en versos, una confirmación de nuestra paraguayidad y todo esto expresado con soltura y belleza lírica.

Hermes Ramos.
Marzo 2009.











Don Félix Trujillo